y desde el alba hasta el mediodÃa lo leyó en la plaza que está frente a la Puerta de las Aguas. Todo el pueblo escuchaba con mucha atención la lectura del libro de la ley,
y para que todos escucharan mejor Esdras se subió a un estrado de madera hecho a propósito. A su derecha estaban MatatÃas, Semá, AnÃas, UrÃas, HilcÃas y MaseÃas; a su izquierda estaban PedaÃas, Misael, MalquÃas, Jasún, Jasbadana, ZacarÃas y Mesulán.
Y es que la lectura de la ley se hacÃa con mucha claridad, y se recalcaba todo el sentido, de modo que el pueblo pudiera entender lo que escuchaba.
Como todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley, el gobernador NehemÃas, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que explicaban al pueblo el sentido de la ley, dijeron:«Este dÃa está consagrado al Señor, nuestro Dios. No hay razón para que lloren y se pongan tristes.»
Entonces todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a compartir su comida; y pasaron el dÃa muy alegres, pues habÃan entendido las explicaciones que les habÃan dado.
Al dÃa siguiente, los jefes de familias de todo el pueblo, y los sacerdotes y los levitas, se reunieron con el escriba Esdras para que les explicara las palabras de la ley,
El pueblo salió a cortar ramas para hacer las cabañas. Algunos las hicieron en las azoteas de sus casas; otros las pusieron en sus patios, o en el patio del templo, o en la plaza de la Puerta de las Aguas, y hasta en la plaza de la Puerta de EfraÃn.
Durante siete dÃas celebraron la fiesta con toda solemnidad, y el octavo dÃa se reunieron en una asamblea solemne, conforme a lo establecido. Y todos los dÃas, desde el primero hasta el último, Esdras leÃa el libro de la ley de Dios.