y le respondÃ: “¡Larga vida a Su Majestad! ¿Cómo no estar triste, si la ciudad donde mis padres están sepultados se encuentra en ruinas, y sus puertas han sido consumidas por el fuego?â€
y le respondà al rey: “Si es la voluntad de Su Majestad, y este siervo suyo es digno de su bondad, permÃtame Su Majestad ir a Judá, a la ciudad donde están sepultados mis padres, para reedificarla.â€
»El rey, que tenÃa a su lado a la reina, me preguntó: “¿Cuánto tiempo necesitas? ¿Cuándo piensas regresar?†Y yo le dije el tiempo que necesitaba, y el rey consintió en dejarme partir.
y una carta más para que Asaf, el guardián de los bosques del rey, me provea de la madera necesaria para reforzar las puertas del palacio del templo, las murallas de la ciudad, y la casa donde voy a vivir.â€Â»Todo eso me lo concedió el rey, porque la bondad de mi Dios estaba conmigo.
Pero cuando lo supieron Sambalat el horonita y TobÃas, el siervo amonita, se enojaron mucho, pues no les gustó que alguien se preocupara por el bien de los israelitas.