Cuando los enemigos de los descendientes de Judá y de BenjamÃn se enteraron de que los israelitas que habÃan regresado del cautiverio estaban reconstruyendo el templo del Dios de Israel,
Pero los que poblaban esas tierras los amenazaron y los llenaron de temor para que no siguieran construyendo.
Sobornaron a los consejeros para que se pusieran en su contra, y lograron detener la obra durante el reinado de Ciro y hasta los dÃas del rey DarÃo de Persia;
En esa ocasión escribieron el comandante Rejún y el secretario Simey, y sus demás compañeros, los jueces, gobernadores y oficiales de Persia y de Erec, Babilonia y Susa, es decir, de Elam,
y los otros pueblos que el grande y glorioso Asnapar llevó cautivos para que vivieran en la ciudad de Samaria y en otras provincias al otro lado del rÃo Éufrates.
Lo que sigue es copia de las acusaciones que recibió el rey, la cual decÃa:«Al rey Artajerjes. Saludos de sus siervos al otro lado del rÃo Éufrates.
Nosotros, como súbditos del reino, consideramos injusto que Su Majestad sea menospreciada, y por lo tanto creÃmos conveniente informar de esto a Su Majestad.
Ordene Su Majestad buscar en las memorias de sus antepasados, y podrá comprobar que esta ciudad siempre ha sido rebelde y perjudicial a los reyes y a las provincias del reino. Ya en el pasado se han suscitado rebeliones en ella, por lo cual esa ciudad fue destruida.
Sepa Su Majestad que, si esta ciudad llega a ser reconstruida y se refuerzan sus murallas, la región que está al otro lado del rÃo Éufrates dejará de ser de Su Majestad.»
La respuesta del rey fue la siguiente:«Al gobernador Rejún, al secretario Simey, a todos sus compañeros que habitan en Samaria, y a los que están al otro lado del rÃo Éufrates. Paz y prosperidad.
»La carta que de ustedes recibà me fue leÃda con toda claridad.
Habiendo dado la orden de investigar, se ha hallado que, en efecto, esa ciudad se ha rebelado en el pasado contra los reyes, y que aun entre ellos mismos se suscitan revueltas.