Cuando Salomón terminó de orar, de los cielos descendió fuego y consumió el holocausto y las vÃctimas, y la gloria del Señor llenó el templo.
Los sacerdotes no podÃan entrar en el templo del Señor, porque su gloria habÃa llenado el templo.
Y cuando todos los israelitas vieron descender sobre el templo el fuego y la gloria del Señor, se postraron rostro a tierra en el suelo, y adoraron y alabaron al Señor. DecÃan:«¡Ciertamente, el Señor es bueno, y su misericordia es eterna!»
El rey Salomón y todo el pueblo sacrificaron vÃctimas delante del Señor.
El rey ofreció en sacrificio veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas, y asà el rey y todo el pueblo dedicaron el templo de Dios.
Al octavo dÃa celebraron una asamblea solemne, pues durante siete dÃas habÃan celebrado la dedicación del altar, y durante siete dÃas más habÃan celebrado la fiesta solemne.
Entonces, una noche el Señor se le apareció a Salomón y le dijo:«He escuchado tu oración, y he elegido este templo como el lugar en que se ofrecerán sacrificios.
Si yo llego a cerrar los cielos para que no haya lluvia, y si mando a la langosta a consumir la tierra, o si envÃo peste contra mi pueblo,
Y si tú te conduces delante de mà como se condujo David, tu padre, y si haces todo lo que yo te he mandado hacer, y cumples con mis estatutos y mis decretos,
Y se responderá: “Porque dejaron al Señor, al Dios de sus padres, que los sacó de Egipto, y se han entregado a dioses ajenos, para adorarlos y servirles. ¡Por eso el Señor les ha traÃdo todo este mal!â€Â»