A los dieciocho años de su reinado, cuando ya habÃa limpiado el paÃs y el templo, JosÃas envió a Safán hijo de AzalÃa, al gobernador de la ciudad MaseÃas, y al canciller Yoaj hijo de Joacaz, a que repararan el templo del Señor su Dios.
Se lo entregaron personalmente a quienes realizaban las obras y eran mayordomos en el templo del Señor, los cuales lo iban entregando a los que hacÃan las obras y trabajaban en el templo del Señor, para reparar y restaurar el templo.
Estos hombres procedÃan en la obra con fidelidad. Para activar las obras, sus mayordomos eran Yajat y AbdÃas, levitas de los hijos de Merari, y ZacarÃas y Mesulán, de los hijos de Coat; de los levitas, todos los que sabÃan tocar instrumentos musicales.
ella respondió:«El Señor y Dios de Israel ha dicho asÃ: “DÃganle a quien los ha enviado a mÃ, que yo, el Señor,
voy a mandar la calamidad sobre este lugar y sobre sus habitantes, y todas las maldiciones que están escritas en el libro que leyeron delante del rey de Judá,
porque ellos me han abandonado y han ofrecido sacrificios a dioses extraños; han provocado mi ira con todas las obras de sus manos. Por lo tanto, mi ira se derramará sobre este lugar, y no se apagará.
Pero digan de mi parte al rey de Judá, que los ha enviado a consultarme, que yo, el Señor y Dios de Israel, he dicho: ‘Puesto que prestaste atención a las palabras del libro
Allà mismo, delante del Señor, el rey se puso de pie y se comprometió a ir en pos del Señor y a cumplir sus mandamientos, testimonios y estatutos con todo su corazón y con toda su alma, y a poner en práctica las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro.
Luego JosÃas quitó de toda la tierra de los israelitas todo objeto repugnante, e hizo que todos los que se hallaban en Israel sirvieran al Señor su Dios. Y mientras JosÃas vivió, ellos no dejaron de seguir al Señor y Dios de sus padres.