dijo:«Señor y Dios de nuestros padres, tú eres Dios en los cielos, y dominas sobre todos los reinos de las naciones; en tus manos están la fuerza y el poder. ¡No hay quien pueda oponerse a ti!
Tú, Dios nuestro, expulsaste de la presencia de tu pueblo Israel a los habitantes de esta tierra, y se la diste para siempre a los descendientes de Abrahán, tu amigo.
Ellos la han habitado, y en ella te han edificado un santuario a tu nombre. Han dicho:
“Si alguna vez nos sobreviene algún mal, o se nos castiga con la espada, o la peste, o el hambre, nos presentaremos ante este templo, y ante ti (pues tu nombre se halla en este templo), y clamaremos a ti por causa de nuestras aflicciones, y tú nos oirás y nos salvarás.â€
Cuando los cantos de alabanza comenzaron a escucharse, el Señor puso contra los amonitas y moabitas, y contra los del monte de SeÃr, las emboscadas que ellos mismos habÃan tendido contra Judá, y acabaron matándose los unos a los otros.
Al cuarto dÃa se juntaron en el valle de Beraca, y allà bendijeron al Señor. Por eso al paraje aquel lo llamaron «valle de Beraca», y hasta el dÃa de hoy lleva ese nombre.
Y Josafat siguió los pasos de Asa, su padre, haciendo lo recto ante los ojos del Señor y sin apartarse de sus caminos.
Sin embargo, no fueron quitados los lugares altos, pues el pueblo aún no habÃa enderezado su corazón hacia el Dios de sus padres.
Los demás hechos de Josafat, primeros y últimos, están escritos en las palabras de Jehú hijo de JananÃ, del cual se hace mención en el libro de los reyes de Israel.
Pero el profeta Eliezer hijo de DodÃas, de Maresa, profetizó contra Josafat y le dijo: «Por haberte hecho amigo de OcozÃas, el Señor destruirá tus obras.» Y las naves naufragaron y no pudieron llegar a Tarsis.