La viuda se fue a su casa, cerró la puerta tras de sà y se encerró con sus hijos; y conforme ellos iban trayendo las vasijas, ella las iba llenando de aceite.
Cuando todas las vasijas estuvieron llenas, ella le pidió a uno de sus hijos que le pasara una vasija más. Pero en cuanto su hijo le contestó que ya no habÃa más vasijas, el aceite se terminó.
Eliseo le ordenó entonces a su criado que la llamara. Guejazà la llamó y, cuando ella se detuvo en la puerta,
Eliseo le dijo:«Dentro de un año, por estos dÃas, tendrás un hijo en tus brazos.»Pero ella protestó:«¡No, mi señor, varón de Dios! ¡No te burles de esta sierva tuya!»
Y el niño creció. Pero un dÃa que fue a ver a su padre, que andaba con los segadores,
de pronto gritó:«¡Padre, mi cabeza! ¡Me duele la cabeza!»Enseguida el padre ordenó a uno de sus criados que lo llevara con su madre.
El criado asà lo hizo. Pero al mediodÃa, mientras el niño estaba sentado en el regazo de su madre, murió.
Entonces ella subió al aposento del varón de Dios, lo puso sobre la cama, y cerrando la puerta salió de allÃ.
Luego fue a llamar a su marido, y le dijo:«Te ruego que me prestes a uno de los criados y una de tus asnas. Quiero ir corriendo a ver al varón de Dios, para que regrese.»
Entonces ella dijo:«¿Acaso yo le pedà un hijo a mi señor? ¿No dije, más bien, que no te burlaras de m�»
Entonces Eliseo le dijo a GuejazÃ:«CÃñete la ropa, toma mi bastón, y ponte en marcha. Si te encuentras con alguien, no lo saludes, y si alguien te saluda, no le respondas. Al llegar, pon mi bastón sobre el rostro del niño.»
Pero la madre del niño le dijo:«Juro por el Señor, y por tu vida, que no voy a dejarte aquÃ.»
Entonces Eliseo se levantó y la siguió. GuejazÃ, que se habÃa adelantado, llegó y puso el bastón sobre el rostro del niño; pero el niño no habÃa dado señales de vida, asà que Guejazà se habÃa vuelto para encontrarse con Eliseo, y cuando lo encontró le dijo: «El niño no despierta.»
Cuando Eliseo llegó a la casa, el niño yacÃa tendido sobre la cama, sin vida.
Entonces Eliseo entró y cerró la puerta tras de sÃ, y oró al Señor.
Luego, subió a la cama y se tendió sobre el niño, juntando boca con boca, ojos con ojos, y manos con manos. AsÃ, se mantuvo tendido sobre el niño, hasta que el cuerpo del niño comenzó a entrar en calor.
Entonces Eliseo pidió que trajeran harina, y luego de esparcirla en la olla, dijo:«Ya pueden dar de comer a la gente.»Y no hubo nada en la olla que hiciera daño.
Llegó entonces un hombre de Baal Salisá, que trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo todavÃa en su espiga. Eliseo ordenó a su criado que diera de comer a la gente,
pero su criado respondió:«¿Cómo voy a ofrecer sólo esto a cien hombres?»Pero Eliseo volvió a decir:«Dale a la gente de comer, que el Señor ha dicho: “Comerán, y hasta sobrará.â€Â»
Entonces Guejazà puso lo que tenÃa delante de ellos y, conforme a la palabra del Señor, ellos comieron y hasta les sobró.