Cuando los ancianos de Israel llegaron, los sacerdotes tomaron el arca
y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios sagrados que estaban en el tabernáculo, los cuales llevaban los sacerdotes y los levitas.
El rey Salomón y todos los israelitas se reunieron delante del arca y ofrecieron en sacrificio ovejas y bueyes. ¡Eran tantos los animales ofrecidos que no se podÃan contar!
Luego, los sacerdotes introdujeron el arca del pacto del Señor en el lugar reservado para ella, es decir, en el lugar santÃsimo, en el santuario del templo, bajo las alas de los querubines.
Sobre el lugar donde estaba el arca, los querubines tenÃan extendidas sus alas, con lo que cubrÃan el arca y sus travesaños.
Éstos eran tan largos que sus extremos podÃan verse desde el lugar santo, que está frente al lugar santÃsimo, aunque desde afuera no podÃan verse. Asà se quedaron hasta el dÃa de hoy.
»El Señor ha cumplido su palabra, pues me puso en el lugar de mi padre y me ha sentado en el trono de Israel, tal como lo prometió. Además, he construido el templo al nombre del Señor y Dios de Israel,
y allà he apartado un lugar para colocar el arca que guarda el pacto que el Señor hizo con nuestros antepasados cuando los sacó de la tierra de Egipto.»
Luego, Salomón se paró frente al altar del Señor, y en presencia de todo el pueblo de Israel extendió los brazos al cielo y dijo:
«Señor y Dios de Israel, no hay en los cielos ni en la tierra otro Dios como tú, pues tú cumples tu pacto y tienes misericordia de quienes te honran y te obedecen de todo corazón;
tú has cumplido la promesa que le hiciste a tu siervo, mi padre David; lo que entonces le prometiste de palabra, hoy vemos que se ha cumplido.
Te ruego, Señor y Dios de Israel, que cumplas esa promesa que le hiciste a tu siervo David, mi padre.
»¿En verdad, Señor, quieres vivir en este mundo? Si ni la gran expansión de los cielos es capaz de contenerte, ¡mucho menos este templo que he edificado en tu honor!
DÃgnate posar, de dÃa y de noche, tus ojos sobre este templo, pues un dÃa prometiste: “Allà estará mi nombre.â€
¡Oye aquà las plegarias de tu pueblo Israel y de este siervo tuyo! ¡Que cuando vengan a este lugar tú, desde el cielo, donde habitas, escuches su clamor y los perdones!
»Si alguno ofende a su prójimo y lo obligan a jurar ante tu altar en este templo,
»Cuando los israelitas sean derrotados por sus enemigos, por haber pecado contra ti, si se arrepienten de su pecado y reconocen la grandeza de tu nombre, y oran y claman aquà en tu templo,
escúchalos tú en los cielos, y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y hazlos volver a la tierra que les diste a sus padres.
»Si tu pueblo peca contra ti y el cielo les niega su lluvia, y si tú los afliges y ellos se arrepienten y vienen a este lugar reconociendo tu nombre,
te ruego que desde los cielos escuches a tus siervos, a tu pueblo Israel, y perdones su pecado; que le enseñes a seguir el buen camino, y que hagas llover sobre la tierra que le diste como herencia.
»Si tu pueblo llega a padecer hambre, o peste, o plagas como hongos en los cereales, o langosta o pulgón; o si son sitiados por sus enemigos, o enfrentan alguna plaga o enfermedad,
escucha las oraciones y las súplicas que te haga tu pueblo, o cualquiera de tus hijos, cuando sufran por su desgracia y, arrepentidos, levanten sus brazos hacia este templo;
escúchalos desde los cielos, donde habitas, y perdónalos; tú, que conoces el corazón de todo ser humano, dales lo que merezcan sus acciones,
para que te honren todo el tiempo que vivan en la tierra que diste a nuestros antepasados.
»Si los extranjeros, los que no pertenecen a tu pueblo Israel, saben de tu nombre y vienen a conocerte
(pues muchos sabrán de tu grandeza y de tu gran poder), y llegan a invocar tu nombre en este templo,
escúchalos desde los cielos, desde el lugar donde habitas, y trátalos según el motivo por el que te invocan, para que todos los pueblos de la tierra te conozcan y te honren, como lo hace tu pueblo Israel, y reconozcan que tú escuchas las oraciones que se hacen en este templo que construà para ti.
escucha desde los cielos donde habitas sus oraciones y lamentos, y hazles justicia.
Perdona a tu pueblo por todos sus pecados, por haberse rebelado contra ti y por desobedecer tus mandatos, y haz que sus opresores les tengan compasión.
¡Ellos son tu pueblo! ¡Te pertenecen, pues tú los sacaste de Egipto, de ese paÃs que parecÃa un horno para fundir hierro!
Mira con atención a tu pueblo y a este siervo tuyo, y escucha su oración cuando te invoquen.
Cuando Salomón terminó de orar y de suplicar al Señor, se levantó de delante del altar, pues habÃa estado arrodillado, y con los brazos extendidos al cielo
se puso de pie y bendijo a todo el pueblo de Israel con estas palabras:
para que en todas las naciones de la tierra sepan que el Señor es Dios, y que no hay otro.
Que el corazón de todos ustedes sea totalmente sincero con el Señor nuestro Dios. Que siempre cumplan ustedes sus estatutos y obedezcan sus mandamientos, como lo han hecho hoy.»
A continuación, el rey y todo el pueblo de Israel ofrecieron sacrificios delante del Señor.
Salomón ofreció al Señor, como sacrificios de reconciliación, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Asà fue como Salomón y los israelitas dedicaron el templo del Señor.
Ese mismo dÃa, Salomón consagró la parte central del atrio, frente al templo del Señor, porque allà ofreció los holocaustos, las ofrendas de cereales y la grasa de las ofrendas de reconciliación, pues en el altar de bronce que estaba delante del Señor no habÃa espacio para los holocaustos ni para las ofrendas de cereales, ni para la grasa de los sacrificios de reconciliación.
Ese dÃa, y en presencia del Señor, Salomón y los israelitas hicieron fiesta, a la que asistió una multitud que venÃa desde la entrada de Jamat hasta el rÃo de Egipto. Esa fiesta en honor al Señor se prolongó durante siete dÃas más, y en total duró catorce dÃas.
Al octavo dÃa, Salomón despidió al pueblo, y ellos bendijeron al rey; luego cada uno se fue a su ciudad, rebosando de gozo y alegrÃa por todas las cosas buenas que el Señor habÃa hecho a su siervo David y a su pueblo Israel.