En esos tiempos el pueblo ofrecÃa sus sacrificios al Señor en los altares que estaban en lo alto de los montes, porque aún no se habÃa construido un templo para el Señor.
Entonces le dijo:«Puesto que me has pedido esto, y no una larga vida ni muchas riquezas, ni tampoco pediste vengarte de tus enemigos, sino que pediste inteligencia para saber escuchar,
La segunda mujer dijo entonces:«¡El niño vivo es mÃo; el que está muerto es el tuyo!»Pero la primera mujer insistÃa:«No, el niño muerto es tu hijo; el mÃo es el que está vivo.»
Entonces el rey dijo:«Una de ustedes afirma que su hijo está vivo, y que el niño muerto es de la otra; y la otra afirma que el niño vivo es el suyo, y que el niño muerto es de la otra.»
Entonces el rey dio una orden:«¡Tráiganme una espada!»En cuanto se la llevaron,
el rey ordenó:«Traigan al niño vivo, y pártanlo por la mitad, y den una mitad a una, y la otra mitad a la otra.»
Entonces la madre del niño vivo, llena de compasión por su hijo, suplicó al rey:«¡Ay, Su Majestad! ¡No lo maten! ¡Que se quede esa mujer con el niño vivo!»Pero la otra dijo:«Ni para ti, ni para mÃ. ¡Que lo partan por la mitad!»
Entonces el rey intervino, y dijo:«Entreguen el niño vivo a esta mujer, que es la verdadera madre.»