Y en efecto, el altar se hizo pedazos y las cenizas se esparcieron, con lo que se cumplió la señal que el varón de Dios habÃa anunciado por órdenes del Señor.
Entonces el rey le dijo al varón de Dios:«Te pido que ruegues por mà ante el Señor tu Dios, para que mi brazo sea sanado.»El varón de Dios rogó al Señor, y el brazo del rey fue sanado y volvió a estar como antes.
Entonces el rey le dijo al varón de Dios:«Ven a comer a mi palacio. Quiero hacerte un regalo.»
Pero el varón de Dios contestó:«Aun si me dieras la mitad de tu palacio, no podrÃa acompañarte. Tampoco podrÃa comer ni beber agua en este lugar.
El Señor me dio órdenes precisas. Me dijo: “No comas ni bebas nada, ni regreses por el mismo camino.â€Â»
Y el profeta volvió por otro camino, y no por el que habÃa tomado para ir a Betel.
Pero habÃa en Betel un viejo profeta, cuyo hijo habÃa estado cerca del altar y habÃa visto y oÃdo lo sucedido. Éste fue con su padre y le contó lo que el profeta habÃa hecho en Betel, y lo que le habÃa dicho al rey.
El viejo profeta le preguntó:«¿Y por dónde se fue el profeta?»Cuando sus hijos le mostraron el camino que el varón de Dios habÃa tomado para regresar a Judá,
Entonces el varón de Dios lo acompañó a su casa, y allà comió pan y bebió agua.
Pero cuando estaban comiendo, el Señor le dio un mensaje al profeta que lo habÃa hecho regresar,
y al varón de Dios que habÃa venido de Judá le dijo con fuerte voz:«Asà dice el Señor: “Por haberte rebelado contra el mandato del Señor, por no haber obedecido el mandamiento del Señor tu Dios,
y por haber regresado para comer pan y beber agua en donde el Señor te ordenó que no lo hicieras, tu cuerpo no será sepultado junto con tus padres.â€Â»
En cuanto el varón de Dios terminó de comer y beber, el viejo profeta que lo habÃa engañado le aparejó el asno.
La gente que pasaba por allÃ, al ver tendido el cuerpo del profeta, y al león a su lado, fueron a la ciudad y se lo contaron al viejo profeta.
El profeta que habÃa hecho volver al varón de Dios los escuchó y dijo:«Se trata del varón de Dios. Pero desobedeció el mandato del Señor, y por eso el Señor lo castigó dejando que un león lo matara. Asà se cumplió la palabra del Señor.»
Dicho esto, llamó a sus hijos y les pidió que aparejaran su asno, y ellos asà lo hicieron.
Entonces el viejo profeta fue a ver el cuerpo tendido en el camino. El asno y el león todavÃa estaban echados junto al cuerpo, sin que el león hubiera devorado el cuerpo del profeta ni dañado al asno.
Entonces el viejo profeta levantó el cuerpo del varón de Dios, lo echó sobre el asno y se lo llevó. Al llegar a la ciudad, cantó endechas y luego lo enterró.
Colocó el cuerpo en su propio sepulcro, y entre sollozos decÃa: «¡Ay, hermano mÃo!»
porque con toda seguridad se cumplirá la palabra del Señor contra el altar que está en Betel y contra todos los altares que se han levantado en las ciudades de Samaria.»
A pesar de todo esto, Jeroboán no se arrepintió de su maldad, pues volvió a nombrar sacerdotes para los altares que habÃa levantado entre el pueblo, y a cualquiera que quisiera ministrar en esos altares lo consagraba como sacerdote.
Éste fue el gran pecado de Jeroboán, y por eso su descendencia fue exterminada de la tierra.