Esa joven era muy hermosa y servicial, pero el rey nunca tuvo relaciones con ella.
AdonÃas, el hijo de Jaguit, se rebeló y decidió proclamarse rey. Se hizo de carros de guerra y de gente de a caballo, y se hizo acompañar de cincuenta hombres que le abrÃan paso.
AdonÃas se habÃa confabulado con Joab hijo de Seruyá y con el sacerdote Abiatar, que lo apoyaban.
Por el contrario, ni el sacerdote Sadoc ni BenaÃas hijo de Joyadá, ni el profeta Natán ni Simey, ni su hombre de confianza ni sus consejeros apoyaban el proyecto de AdonÃas.
Si Su Majestad no se pronuncia al respecto, cuando mi señor y rey vaya a reunirse con sus antepasados, mi hijo Salomón y yo seremos perseguidos como culpables.»
Luego, el rey David dijo:«Que vengan aquà el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, y BenaÃas hijo de Joyadá.»Cuando ellos se presentaron ante el rey,
El sacerdote Sadoc, el profeta Natán, BenaÃas hijo de Joyadá, y los cretenses y peleteos, fueron por la mula del rey David para que Salomón la montara, y luego partieron rumbo a Guijón.
AllÃ, el sacerdote Sadoc tomó del santuario el recipiente con el aceite y ungió a Salomón. Se tocó entonces la trompeta, y todo el pueblo gritó: «¡Viva el rey Salomón!»
Enseguida, todo el pueblo lo siguió, mientras cantaba alegremente al son de las flautas. Era tal el alborozo que la tierra parecÃa hundirse por causa de su clamor.
No habÃa terminado de hablar cuando llegó Jonatán, el hijo del sacerdote Abiatar. Al verlo, AdonÃas le dijo:«¡Adelante, valiente! Seguramente me traes buenas noticias.»
Y Jonatán le dijo:«La noticia es que nuestro señor, el rey David, acaba de nombrar rey a Salomón.
El rey ordenó al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, a BenaÃas hijo de Joyadá, y a los cretenses y peleteos, que montaran a Salomón sobre su propia mula,
y ellos asà lo hicieron, y el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo ungieron con aceite y lo consagraron en Guijón como rey; luego regresaron a la ciudad, y todo el pueblo celebra esto con gran alegrÃa y alboroto. Ésa es la causa del estruendo que aquà se escucha.
Pero además, Salomón ya se ha sentado en el trono del reino,
y dijo: “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que me ha permitido ver hoy al que ocupará mi trono.â€Â»
Cuando los invitados de AdonÃas escucharon esto, temblando de miedo se levantaron y se fueron a sus casas.
AdonÃas, lleno de miedo por lo que Salomón pudiera hacer, corrió al santuario y se agarró de los cuernos del altar.
Algunos fueron a decirle a Salomón:«AdonÃas tiene miedo del rey Salomón. Ha ido a agarrarse de los cuernos del altar, y suplica: “Que me jure el rey Salomón que no matará a este siervo suyo.â€Â»