Le seguÃa Eleazar hijo de Dodo el ajojita, que fue uno de los tres más valientes que se quedaron con David cuando desafiaron a los filisteos que estaban listos para la batalla, y los soldados de Israel se habÃan retirado.
Pero Samá se paró en medio de ese terreno y lo defendió; derrotó a los filisteos, y el Señor les dio una gran victoria.
Cuando llegó el tiempo de la cosecha, tres de los treinta jefes se encontraron con David en la cueva de Adulán, mientras los filisteos acampaban en el valle de Refayin.
«¡Que el Señor me libre de hacer esto! ¡SerÃa como si bebiera la sangre de estos valientes, que pusieron en peligro su vida!» Y no la quiso beber. Tal fue la hazaña de esos tres valientes.
Abisay, el hermano de Joab hijo de Seruyá, era el más valiente de los treinta. Lo demostró al matar con su lanza a trescientos guerreros. Con esto se hizo famoso entre los tres.
Era, de hecho, el más famoso de los treinta, y llegó a ser su jefe, pero no llegó a igualar a los tres primeros.
Le seguÃa BenaÃas hijo de Joyadá, hijo de un valiente de Cabsel, que realizó grandes proezas: mató a dos moabitas muy aguerridos; y un dÃa, que estaba nevando, se metió a un foso y mató a un león.
En otra ocasión, se enfrentó a un egipcio de gran estatura, que traÃa una lanza en su mano; pero BenaÃas se lanzó contra el egipcio con sólo un palo, y lo desarmó y lo mató con su propia lanza.
Con esto, BenaÃas hijo de Joyadá se hizo famoso entre los tres valientes.
Y aunque se destacó entre los treinta más valientes, no logró igualar a los tres primeros. Sin embargo, David lo puso como jefe de su guardia personal.