Un dÃa, el Señor envió a Natán a hablar con David, y Natán le dijo:«En cierta ciudad vivÃan dos hombres. Uno de ellos era rico, y el otro era pobre.
Un dÃa, el hombre rico recibió a un visitante y, como no quiso matar a ninguna de sus ovejas o vacas para ofrecerle de comer al visitante, fue y tomó la oveja del hombre pobre, y la preparó para su visitante.»
David se puso muy furioso contra aquel hombre, y le dijo a Natán:«Juro por el Señor que ese hombre merece la muerte.
Y por haber actuado asÃ, sin mostrar nada de misericordia, tiene que pagar cuatro veces el valor de la oveja.»
“Ahora, en castigo, la violencia jamás se apartará de tu propia familia, pues menospreciaste al Señor y tomaste como mujer a la esposa de UrÃas el hitita.â€
Pero cuando David los vio hablar entre sÃ, se dio cuenta de que el niño ya habÃa muerto, asà que les preguntó:«¿Ya ha muerto el niño?»Aquellos le respondieron:«SÃ, señor; ya ha muerto.»
Le quitó al rey la corona de oro que llevaba puesta, la cual pesaba treinta y tres kilos y tenÃa incrustadas piedras preciosas; los hombres de David la tomaron y con ella coronaron a David, y David obtuvo un gran botÃn de la ciudad.