El faraón le preguntó a Jacob:«¿Cuántos años de vida tienes ya?»
Y Jacob le respondió:«Tengo ya ciento treinta años de andar peregrinando. Pocos y malos han sido los años que he vivido, pero aún no han llegado a ser como los años de vida de mis padres, en los dÃas de su peregrinaje.»
Y Jacob bendijo al faraón, y salió de su presencia.
Aquel año llegó a su fin, y el segundo año fueron otra vez a verlo y le dijeron:«No es un secreto para nuestro señor que el dinero ya se ha acabado, y que hasta el ganado es ya de nuestro señor. No tenemos nada que ofrecer a nuestro señor, sino nuestra tierra y nosotros mismos.
Al pueblo lo hizo pasar a las ciudades, de un extremo al otro del territorio de Egipto.
La única tierra que no compró fue la de los sacerdotes, pues ellos no vendieron su tierra porque recibÃan del faraón una ración, y comÃan la ración que el faraón les daba.
Una quinta parte de la cosecha será para el faraón. Las otras cuatro partes serán para ustedes, para que siembren las tierras, y para el sustento de los que están en sus casas y la alimentación de sus niños.»
Ellos respondieron:«¡Nos has devuelto la vida! ¡Esperamos que nuestro señor nos halle dignos de ser siervos del faraón!»