Pero no se pongan tristes, ni lamenten el haberme vendido, porque Dios me envÃo aquÃ, delante de ustedes, para preservarles la vida.
Ya ha habido dos años de hambre en todo el paÃs, y aún faltan cinco más, en los que no habrá quien are la tierra ni quien coseche nada.
Pero Dios me envió delante de ustedes, para preservar su descendencia en la tierra y para darles vida mediante una gran liberación.
Asà que no son ustedes quienes me mandaron acá, sino Dios, que me ha puesto como padre del faraón y señor de toda su casa, y como gobernador de toda la tierra de Egipto.
¡Pero dense prisa! Vayan con mi padre y dÃganle esto de mi parte: “Dios me ha hecho señor de todo Egipto. Ven a mÃ; no te detengas.