Cayó la tarde, y llegó la mañana. Ése fue el dÃa tercero.
Luego dijo Dios: «¡Que haya lumbreras en la bóveda celeste, para que separen el dÃa de la noche y sirvan de señales para las estaciones, los dÃas y los años!
¡Que sirvan de lumbreras en la bóveda celeste, y que alumbren sobre la tierra!» Y asà fue.
Y Dios hizo las dos grandes lumbreras: el sol, para ser el rey del dÃa, y la luna, para ser la reina de la noche. Además, hizo las estrellas.
Y las puso Dios en la bóveda celeste, para que alumbraran sobre la tierra,
para que reinaran en el dÃa y en la noche, y para que separaran la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
Cayó la tarde, y llegó la mañana. Ése fue el dÃa cuarto.
Y dijo Dios: «¡Que produzcan las aguas seres vivos, y aves que vuelen sobre la tierra, por la bóveda celeste!»
Y Dios los bendijo con estas palabras: «¡Reprodúzcanse, multiplÃquense! ¡Llenen las aguas de los mares! ¡Que se multipliquen las aves en la tierra!»
Cayó la tarde, y llegó la mañana. Ése fue el dÃa quinto.
Entonces dijo Dios: «¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza! ¡Que domine en toda la tierra sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos y las bestias, y sobre todo animal que repta sobre la tierra!»
Y Dios creó al hombre a su imagen. Lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó.
Y los bendijo Dios con estas palabras: «¡Reprodúzcanse, multiplÃquense, y llenen la tierra! ¡DomÃnenla! ¡Sean los señores de los peces del mar, de las aves de los cielos, y de todos los seres que reptan sobre la tierra!»
Y dijo Dios: «¡Miren! Les he dado toda planta que da semilla y que está sobre toda la tierra, y todo árbol que da fruto y semilla. Ellos les servirán de alimento.
Para toda bestia de la tierra, y para todas las aves de los cielos, y para todo lo que repta sobre la tierra y que tiene vida, toda planta verde les servirá de alimento.» Y asà fue.
Y vio Dios todo lo que habÃa hecho, y todo ello era bueno en gran manera. Cayó la tarde, y llegó la mañana. Ése fue el dÃa sexto.